Entretien avec l'auteur

ADELINA BONPLAND, la viajera olvidada

Alain Couturier
El rescate de una viajera olvidada


Sara Beatriz Guardia
7/3/2014

Alain Couturier, es autor de un libro escrito con puntual aplicación titulado Adelina Bonpland: la viajera olvidada en torno al apasionante y apasionado viaje que realizó por América Latina con el pretexto de buscar a su esposo, Aimé Jacques Alexandre Goujaud Bonpland, el célebre médico y botánico francés. A través de sus páginas, donde se combinan la historia y la literatura, es posible acercarse a esta mujer que en los años posteriores de la Independencia, conoció al Mariscal Sucre, mantuvo correspondencia con Simón Bolívar y conoció al emperador Pedro I de Brasil. Largo recorrido por Brasil, Argentina, Perú, Chile, Uruguay, Jamaica y Estados Unidos, en pos de un anhelo que solo ella conoció.

Me gustaría empezar la entrevista hablando de ti, de tu producción, de tus libros.

Me considero y, de hecho, soy un escritor amateur y recién llegado, en edad tardía, al mundo de las letras. Al decir esto me refiero a la primera de las dos facetas de ese mundo que constituye la escritura: no vivo de mi pluma ni tampoco he dedicado mi vida a la investigación histórica o a la creación literaria. En cuanto a la otra faceta, la de la lectura, estuvo siempre presente en mi vida desde muy joven. Los libros — en particular las novelas francesas de factura clásica y la literatura de viaje, la narrativa sobre la naturaleza, en particular cuando roza la poesía (el nature writing en el que los anglo sajones son expertos), los ensayos sobre grandes temas de sociedad, los libros de historia y geografía, las biografías a la moda de Stefan Zweig, los libros de souvenirs y las memorias del siglo XIX especialmente — han sido una pasión que me ha acompañado toda la vida. Los libros han sido para mí siempre una gran fuente de placer intelectual, de satisfacción estética y a veces, aunque no esté consciente de ello, de orientación moral.

Llegado a mi edad y después de haber vivido la mitad de mi vida fuera de Francia, mi país de origen, mi biblioteca tiende más bien a reducirse cada vez más a los libros que amo de verdad y que, con el tiempo, me han resultado indispensables. Necesito tenerlos a la mano para releerlos cuando lo deseo, algunos de ellos decenas de veces como es el caso de Proust, Julien Gracq o José Cabanis, todos franceses por cierto.

Para volver a la escritura, escribo en francés y, aparte de unos trabajos de investigación histórica de carácter familiar y unas traducciones, he publicado en los últimos doce años cinco libros en Francia: dos ensayos, uno de los cuales trata sobre Venezuela, dos biografías, una de ellas la de Adelina Bonpland y la otra sobre el gobernador de una colonia francesa amigo de los escritores Gide y Martin du Gard, y una novela cuyo hilo conductor es Humboldt.

¿Por qué escribir un libro sobre Adelina?

El punto de partida fue precisamente este libro que acabo de mencionar cuya figura central es Humboldt. Quería escribir una novela que fuera una especie de catarsis, en la que pudiera evocar lo que representa la América Latina para mí, el mundo de imágenes e impresiones que tenía dentro, después de vivir tantos años en esta parte del mundo. Como hilo conductor para atravesar el tiempo y las fronteras y darle coherencia y unidad a la narrativa, escogí la figura de Humboldt por quien siento un gran respeto. Durante este periodo de escritura leí mucho acerca de él y cada día me iba impregnando de su obra y de su vida. Fue así como me topé con Bonpland.

Bonpland fue ciertamente uno de los grandes encuentros en la vida de Humboldt. Compañero de una inolvidable expedición en la América equinoccial al inicio de los años 1800, Bonpland se volvió con el tiempo un amigo íntimo y no hay nada más conmovedor que la correspondencia entre los dos y la manera como los lazos entre ellos se fueron estrechando, pese al alejamiento geográfico, a medida en que se acercaban a la muerte.

Fue así, al documentarme sobre Bonpland a quien conocía mal, como me encontré con Adelina. En todo lo que leía ella siempre estaba relegada a un segundo plano, pero había alrededor de su figura un je ne sais quoi, algo indefinible, un encanto, un misterio, que la hizo irresistible. Tanto que, terminada la novela, sin ningún proyecto nuevo en mente y nostálgico del mundo en el que había vivido durante el tiempo de la escritura, me volqué hacia ella. Quería conocerla mejor, así que empecé a investigar y de allí nació el libro.

¿Si ella no dejó nada escrito, cómo se han seguido sus pasos, qué fuentes, qué huellas tan débiles, escasas y fugitivas?

Los primeros meses fueron deprimentes. No había nada que escribir, solamente esforzarse en ubicar una información que se escondía o que, peor aún, no existía. El trabajo consistía en llevar en paralelo una doble investigación: una de carácter genealógico, en Francia, con la ayuda de un genealogista profesional de París para tratar de conocer lo básico: dónde y cuándo había nacido y fallecido, quiénes eran sus familiares, etc.; y otra de carácter histórico, con la ayuda de informantes, para ubicar sus huellas en los distintos países de América Latina donde supuestamente había vivido o por los que había viajado. Pese a los esfuerzos desplegados no conseguía nada y pasaban las semanas y los meses.

Estaba a punto de abandonar el proyecto cuando, casi simultáneamente, aparecieron los primeros resultados: yo sabía que había nacido en París en 1791, que había muerto en un pequeño pueblo de la campiña francesa en 1871 y que, alrededor de 1828, estuvo en Bolivia. Después de tanta frustración fue un alivio y, para que veas cuál era mi estado anímico en aquel momento, recuerdo muy bien que mi reacción fue: "Muy bien, tengo el inicio, el final y el medio de la historia. Tengo ahora que conseguir lo faltante y con esto escribir el primer libro, tal vez el único, sobre este misterioso personaje". Tremendo error de percepción, a juzgar por lo que tuve que vivir después, pero fue suficiente para no detener el proyecto.

El resto fue un laborioso y meticuloso trabajo a tiempo completo para ubicar y reunir migajas de informaciones dispersas en dos continentes. Me veía como una araña en el centro de su tela, tejiendo hilos e hilos que atraían muy poca comida. Además de los libros, muchos de ellos digitalizados y en línea, de las visitas a las bibliotecas, del contacto con las fuentes que surgían a medida que avanzaba el proyecto, Internet y Google resultaron ser una extraordinaria herramienta de investigación gracias a la cual desarrollé dotes insospechadas, muy parecidas a las del policía que sigue la pista a un fugitivo experto en esconderse, llevando a cabo una pesquisa en la que el más mínimo indicio puede tener una importancia desproporcionada. Así fue el proceso de investigación: procediendo de salto en salto de una manera caótica.

¿Cuánto de producción propia y cuánto de seguimiento biográfico tiene tu libro?

La trama cronológica, los hitos geográficos, los personajes, los acontecimientos son "reales"; quiero decir que corresponden a la realidad histórica, tal como la encontré en mis fuentes.

De una manera general traté de no inventar y de permanecer lo más cerca posible de la realidad, tal como la veía a través de las informaciones a mi alcance. Por esto, cada vez que era posible, les daba la palabra a los que la habían conocido, o hacía que Adelina hablase por ellos.

Para simplificar diría — lo que es obvio — que la materia prima es externa y que el resto es mío: el enfoque general del libro con la narrativa íntima en primera persona, el tono, ritmo y construcción del relato con la imbricación del pasado y del presente, el salto constante entre América Latina y Francia, la recurrencia insistente del viaje onírico, la abundancia de detalles que son la vida misma. Todo el ambiente del libro es una creación.

Desde el inicio yo sabía que debido a la escasez de información el libro no podía ser una biografía convencional, clásica, hecha a base de erudición. Pero podía ser una obra original e interesante porque evocaría la atmósfera general de la vida de un personaje histórico algo misterioso que, con un poco de suerte, dejaría en la mente del lector una impresión inolvidable de Adelina.

¿Es tu Adelina lo que leemos — una producción propia — o son sus huellas a pesar de todo?

¿Será la "impresión inolvidable de Adelina", que traté de crear, una visión muy personal de este personaje y por lo tanto subjetiva y alejada de la realidad? Nadie puede decirlo. Cada lector, si hubiese conocido personalmente a Adelina, hubiera tenido su propio criterio, a veces muy distinto de los otros. Esta observación vale también para cualquier biografía, ya que tocamos un tema mucho más general. ¿Acaso puede alguien asegurar que la admirable biografía de María Antonieta, de Stefan Zweig, se corresponde perfectamente con la realidad? Nadie en su sano juicio lo pensaría así, pero la biografía no deja por ello de ser admirable. Es admirable no porque corresponda exactamente y en todos sus detalles con lo que nos dicen otros libros de historia, sino porque realiza el prodigio de volver a dar vida a una persona y a su entorno de una manera tan creíble que nos parece que hemos vivido con ella.

Este me parece que es el criterio más importante a la hora de evaluar una biografía. Obviamente, esto no quiere decir que el autor pueda permitirse deliberadamente desviaciones de la realidad histórica — vale decir la realidad tal como él la conoce —, pero admitido esto, y para responder concretamente a tu pregunta, yo diría: la obra nos ofrece, a través de la escritura de un observador atento, pero necesariamente subjetivo, unas huellas de Adelina tal como las ha descubierto.

Dicho esto, creo entender el sentido profundo de tu pregunta: la primera parte del libro, "El viaje de Adelina", es el retrato de una vieja dama, recluida durante la guerra — una guerra más para ella que ha vivido de manera permanente en medio de conflictos de todo género — en un pueblito apartado de Francia, que rememora su juventud y en particular su extraña aventura en las jóvenes repúblicas de la América equinoccial. Es un ser sensible, emotivo, frágil, preocupada por su hija y su esposo, llena de dudas y remordimientos, muy lejos del personaje que aparece en la segunda parte del libro, donde dos personas que la conocieron bien hablan de ella: María Graham y sobre todo Emma su hija. Ahí vemos a una mujer seca de corazón, fría, dura, manipuladora, intrigante, de mala vida.

Por esto hay dos libros en uno, que proponen varias lecturas del personaje. Cada quien se formará su propia opinión. Yo tuve la mía, desde las primeras líneas del libro, cuando me puse en el pellejo de una vieja dama que vivía sus últimos meses y trataba de reconstituir el pasado.

¿Qué es lo fascinante del personaje o, mejor dicho, qué te fascina a ti de Adelina?

Cuando apareció por primera vez en mis lecturas, Adelina fue inmediatamente un personaje de novela. El halo de misterio que rodeaba su vida fue un motivo adicional de fascinación. Empecé a investigar sin otro motivo que desvelar el misterio, para acercarme a Adelina, y fue solamente con el paso del tiempo cuando surgió la tenue esperanza de que el trabajo pudiera transformarse en un libro.

Este proceder deriva de una aspiración profunda: más que agregar un libro a la lista de los que ya existen sobre un determinado tema, lo que me interesa es descubrir un destino fuera de lo común (como ya fue el caso con el Gobernador de una colonia francesa) y ser el primero (tal vez el único) en revelarlo. Crear algo partiendo de la nada, hacer revivir a alguien, aunque sea de menor importancia en la galería de los retratos históricos. Esto es lo que me apasiona.

Por cierto, debo informarte que desde hace varios meses estoy de nuevo haciendo una investigación, centrada esta vez sobre la madre de Adelina y sus abuelos maternos. Surgieron muchos elementos desconocidos hasta la fecha, muy interesantes, que pueden aclarar la personalidad de Adelina. Además, la información descubierta trae una sorpresa considerable: creo haber identificado al misterioso "padre desconocido". De todo esto podremos hablar más tarde, cuando haya terminado la investigación.

En la construcción del libro aparecen, sobre todo en la primera parte, pensamientos, emociones, diálogos íntimos de Adelina. ¿Son todos ficcionales?

Por supuesto que es pura ficción, pero una ficción que utiliza casi siempre elementos de la realidad. Me ponía a escribir y me preguntaba: "Adelina está tratando de revivir mentalmente tal parte de su pasado, en tal circunstancia ¿Qué puede pasar por su mente en este momento?" La circunstancia precisa existió, es conocida, pero las reflexiones que Adelina hubiese podido hacer sobre la misma no las conocemos. Las inventé. De ahí la dificultad a menudo para responder a la pregunta: ¿qué hay de cierto y qué de ficción en tal o cual parte del libro?

¿Es una viajera olvidada porque no escribió? ¿O porque los objetivos que persiguió no fueron precisamente la aventura del viaje? ¿O sí lo fueron?

Si nos atenemos a lo que decían tanto William Robertson como un periodista de la época lo que parece ser cierto es que Adelina escribió el diario de su viaje. Pero no hubo ninguna publicación del mismo. ¿Trató Adelina de hacerlo publicar y el manuscrito fue rechazado o ella nunca buscó la publicación? Es difícil pronunciarse.

Estaría por mi parte inclinado en pensar que, una vez liberado Bonpland y separada la pareja, el interés del público por el mítico viaje de Adelina se cayó por sí solo. Por lo tanto, la cuestión de la publicación de un eventual diario de su viaje no se planteaba.

Sara Beatriz Guardia - Lima (Pérou). Directora del "Centro de Estudios La Mujer en la Historia de América Latina", CEMHAL

" REVISTA HISTORIA DE LAS MUJERES", LIMA, AÑO XV, NO. 153, MARZO - ABRIL, 2014., mars 2014

http://www.cemhal.org/

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